«El sol había derretido su pintura; las tablas se agrietaban y crujían con la sequedad, y la arena, arrastrada por el viento, había invadido su cubierta. Pero su perfil fino, sus flancos recogidos y la gallardía de su construcción delataban una embarcación ligera y audaz, hecha para locas carreras, con desprecio a los peligros del mar. Tenía la triste belleza de esos caballos viejos que fueron briosos corceles y caen abandonados y débiles sobre la arena de la plaza de toros».
La barca abandonada
La condenada y otros cuentos
Vicente Blasco Ibáñez
Día de tempestad. Valencia. 1899
Joaquín Sorolla y Bastida
Óleo. 46 cm x 68.2
Colección privada
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