lunes, 30 de septiembre de 2024

El puesto de la Sequiota daba buen rendimiento

«El puesto de la Sequiota daba buen rendimiento. No eran las pescas fabulosas de otra época, pero había noches en que se llegaba muy cerca del centenar de arrobas de anguilas, y Cañamèl gozaba las satisfacciones del buen negocio, regateando el precio con los proveedores de la ciudad, vigilando el peso y presenciando el embarque de las banastas».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Pescando en la Sequiota

Remember Valencia

sábado, 28 de septiembre de 2024

Y con la certeza de que nadie podía probar su falta, despreciaba las murmuraciones

«Sus enemigas murmuraban; la Samaruca la espiaba; ella y Tonet, para verse a solas, sin excitar sospechas, tenían que inventar viajes a las poblaciones inmediatas al lago. Neleta era la que aguzaba para esto el ingenio, con una facundia que hacía sospechar al Cubano si serían ciertas las murmuraciones sobre amores anteriores a los suyos, que acostumbraron a la tabernera a tales astucias. Pero ésta se mostraba tranquila ante la maledicencia. Lo que ahora hablaban sus enemigas era lo mismo que decían cuando entre ella y Tonet no se cambiaban más que palabras indiferentes. Y con la certeza de que nadie podía probar su falta, despreciaba las murmuraciones, y en plena taberna bromeaba con Tonet de un modo que escandalizaba al tío Paloma. Neleta se daba por ofendida. ¿No se habían criado juntos? ¿No podía querer a Tonet como a un hermano, recordando lo mucho que su madre había hecho por ella?».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Fotograma de la serie de TVE "Cañas y barro"

jueves, 26 de septiembre de 2024

Las grandes señoras que había visto de lejos en sus viajes a Valencia

«Neleta se proponía este año gozar como nunca en las fiestas. Su felicidad era completa. Le parecía vivir en una eterna primavera tras el mostrador de la taberna. Cuando cenaba, teniendo a un lado a Cañamel y al otro al Cubano, todos tranquilos y satisfechos, en la santa paz de la familia, se consideraba la más dichosa de las mujeres y alababa la bondad de Dios, que permite vivir felices a las buenas personas. Era la más rica y la más guapa del pueblo; su marido estaba contento; Tonet, supeditado a su voluntad, mostrábase cada vez más enamorado… ¿Qué le quedaba por desear? Pensaba que las grandes señoras que había visto de lejos en sus viajes a Valencia no eran de seguro tan dichosas como ella en aquel rincón de barro rodeado de agua».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



La Alameda

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martes, 24 de septiembre de 2024

Y bailes nocturnos al son del tamboril y la dulzaina

«Las fiestas duraban tres días. El segundo día de Navidad llegaba la música de Catarroja y se rifaba la anguila más gorda de todo el año, para ayuda de gastos. El tercero era la fiesta del Niño Jesús, y al día siguiente la del Cristo; todo con misas y sermones y bailes nocturnos al son del tamboril y la dulzaina».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Huerta de Valencia

Bivaldi

domingo, 22 de septiembre de 2024

Para ir a Valencia a la feria de Navidad

«Todo el Palmar se preparaba para las fiestas. Las mujeres desafiaban el frío atravesando el lago para ir a Valencia a la feria de Navidad. Al volver en la barca del marido, la impaciente chiquillería las esperaba en el canal, ansiosa por ver los regalos. Los caballitos de cartón, los sables de hojalata, los tambores y trompetas, eran acogidos con exclamaciones de entusiasmo por la gente menuda, mientras las mujeres mostraban a sus amigas las compras de mayor importancia».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Feria de Navidad. Años 30

Bivaldi

jueves, 19 de septiembre de 2024

Hasta las anguilas, según anunciaba el tío Paloma, no querían sacar sus morros fuera del barro

«Muchos días, al amanecer, flotaban en el canal anchas láminas de hielo, como cristales deslustrados. Todos se sentían vencidos por el tiempo. Eran hijos del calor, habituados a ver hervir el lago y humear los campos con su hálito corrompido bajo la caricia del sol. Hasta las anguilas, según anunciaba el tío Paloma, no querían sacar sus morros fuera del barro en aquel tiempo de perros. Y para agravar la situación, caía con gran frecuencia una lluvia torrencial que obscurecía el lago y desbordaba las acequias. El cielo gris daba un ambiente de tristeza a la Albufera. Las barcas que navegaban en la bruma tenían el aspecto de ataúdes, con sus hombres inmóviles metidos en la paja y cubiertos hasta la nariz por gruesos andrajos».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



La Albufera 1959

Pescando anguilas

https://www.comarcarural.com/valencia/poblaciones/valencia/la-albufera.php

miércoles, 18 de septiembre de 2024

Los hombres salían para recoger la pesca caída en las redes durante la noche

«El Palmar parecía entumecido y soñoliento. Ni gente en las calles, ni barcas en el lago. Los hombres salían para recoger la pesca caída en las redes durante la noche, y volvían rápidamente al pueblo. Los pies mostrábanse enormes con sus envolturas de paño grueso dentro de las alpargatas de esparto. Las barcas llevaban el fondo cubierto de una capa de paja de arroz para combatir el frío».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



La Albufera. 1959


lunes, 16 de septiembre de 2024

Y sólo se decidían a abandonar sus silletas de esparto junto al fuego para ir al mostrador en busca de nuevos vasos

«Los parroquianos de Cañamel sentábanse en torno de la chimenea, y sólo se decidían a abandonar sus silletas de esparto junto al fuego para ir al mostrador en busca de nuevos vasos»

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Taberna valenciana. 1889 - 1890

Joaquín Sorolla y Bastida

Óleo. 50 x 70

Museo Sorolla

sábado, 14 de septiembre de 2024

Los guardas de la Dehesa hacían la vista gorda ante las necesidades de la miseria

«Del suelo del Palmar, húmedo y fangoso, parecía salir un frío crudo e insufrible, que empujaba a las gentes dentro de sus viviendas. Las comadres del pueblo no recordaban un invierno tan cruel. Los gorriones moriscos, inquietos y rapaces, caían de las techumbres de paja, encogidos por el frío, con un grito triste que parecía un lamento infantil. Los guardas de la Dehesa hacían la vista gorda ante las necesidades de la miseria, y todas las mañanas un ejército de chiquillos se esparcía por el bosque, buscando leña seca para calentar sus barracas».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Guarda de acequia descansando

Estampa. 29 de junio de 1935

jueves, 12 de septiembre de 2024

Aparecían como flotando sobre las aguas, y las barcas atracaban en la misma puerta

«La Albufera había subido de nivel. Las lluvias del invierno engrosaban las aguas, y campos y ribazos estaban cubiertos por una capa líquida, moteada a trechos por las hierbas sumergidas. El lago parecía más grande. Las barracas aisladas, que antes estaban en tierra firme, aparecían como flotando sobre las aguas, y las barcas atracaban en la misma puerta».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



La Albufera

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martes, 10 de septiembre de 2024

Las mujeres apenas salían de las barracas

«Llegó la gran fiesta del Palmar, la del Niño Jesús.

Era en diciembre. Sobre la Albufera soplaba un viento frío que entumecía las manos de los pescadores, pegándolas a la percha. Los hombres llevaban gorros de lana hundidos hasta las orejas y no se quitaban el chubasquero amarillo, que al andar producía un frufrú de faldas huecas. Las mujeres apenas salían de las barracas; todas las familias vivían en torno del hogar, ahumándose tranquilamente en una atmósfera densa de cabaña de esquimales».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Barraca en La Albufera

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domingo, 8 de septiembre de 2024

El Amor, soberano del mundo, se mecía sobre unas tablas

«—¡Tonet, Tonet! —murmuró ella con voz desmayada, como un tierno vagido.

¡Lo mismo que en la dehesa! Pero ahora ya no eran niños; había desaparecido la inocencia que les hacía apretarse uno contra otro para recobrar el valor, y al unirse tras tantos años con un nuevo abrazo, cayeron en el montón de cáñamo, olvidados de todo, con el deseo de no levantarse más.

La barca siguió inmóvil en el centro del lago, como si estuviera abandonada, sin que sobre sus bordas se marcase la más leve silueta.

Cerca sonaba la perezosa canción de unos barqueros. Perchaban sobre el agua poblada de susurros, sin sospechar que a corta distancia, en la calma de la noche, arrullado por el gorjeo de los pájaros del lago, el Amor, soberano del mundo, se mecía sobre unas tablas».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Fotograma de la serie de TVE "Cañas y barro"

viernes, 6 de septiembre de 2024

Únicamente le intimidaba el calor misterioso de su compañera

«Tonet, en este silencio poblado de rumores y cantos, creía que no había transcurrido el tiempo, que era pequeño aún y estaba en un claro de la selva, al lado de su infantil compañera, la hija de la vendedora de anguilas. Ahora no sentía miedo; únicamente le intimidaba el calor misterioso de su compañera, el ambiente embriagador que parecía emanar de su cuerpo, subiéndosele al cerebro como un licor fuerte».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Fotograma de la serie de TVE "Cañas y barro"


miércoles, 4 de septiembre de 2024

Neleta le llamó con voz dulce, en la que había algo de arrullo maternal

«Neleta le llamó con voz dulce, en la que había algo de arrullo maternal.

Sólo se veía su sombra sobre el montón de ovillos que llenaba la proa. La joven quería que descansase, debía detenerse un momento; lo mismo era llegar media hora antes que después.

Y le hizo sentar junto a ella, indicando que en el montón de cáñamo estaría más cómodamente que en la popa.

La barca quedó inmóvil. Tonet, al reanimarse, sintió la dulce proximidad de aquella mujer, lo mismo que cuando permanecía tras el mostrador de la taberna».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Fotograma de la serie de TVE "Cañas y barro"

lunes, 2 de septiembre de 2024

Aún tendría que darle a la percha un buen rato

«Aún permanecieron los dos un buen rato inmóviles en la ribera de barro, sin atreverse a embarcar, como si esperasen a alguien.

Los calafates llamaban al Cubano. Debía emprender pronto el viaje: el viento iba a caer, y si marchaba al Palmar, aún tendría que darle a la percha un buen rato. Neleta, con visible turbación, sonreía a toda aquella gente de Catarroja, que la saludaba por baberla visto en su taberna».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



La Albufera

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