«Y la infeliz mujer, siempre esperando en el puerto con sus dos hijos, tan pronto desesperada como animándose con extraña esperanza, hasta que por fin, a los doce días, una escampavía que costeaba persiguiendo el contrabando, condujo a la playa la barca del tío Pascualo con la quilla al aire, negra, lustrosa con la viscosidad del mar, flotando lúgubremente como gigantesco ataúd y rodeada de un enjambre de extraños peces, pequeños monstruos que parecían atraídos por un cebo que husmeaban á través de las quebrantadas tablas.
Sacaron la barca a la orilla. El mástil estaba roto a ras de la cubierta, la cala llena de agua; y cuando los pescadores pudieron bajar á ella para acabar de vaciarla a fuerza de cubos, sus pies hundidos entre las cuerdas y cestones que aun estaban allí revueltos, tropezaron con algo blando y viscoso que les hizo gritar con instintivo horror. Era un muerto. Y hundiendo sus brazos en el agua que quedaba en el fondo de la bodega, sacaron un cuerpo hinchado, verdoso, con el vientre enorme próximo a estallar, la cabeza destrozada como repugnante masa, y en todo el cuerpo mordeduras de voraces pececillos que, no soltando su presa, erizábanse sobre el cadáver, comunicándole espeluznantes estremecimientos.
Era el tío Pascualo; pero tan horrible, que la viuda prorrumpió en lamentos, sin atreverse a tocar la masa repugnante. Algún golpe de mar le había arrojado al fondo de la cala antes que la barca se perdiese, y allí se quedó con la cabeza destrozada, sirviéndole de tumba el armazón de tablas, ilusión de toda su vida, que representaba treinta años de economías amasadas ochavo sobre ochavo».
Flor de mayo
Vicente Blasco Ibáñez
La tragedia de la barca "Grao"
Estampa. 7 de enero de 1933
https://fullesgroguesvoramar.blogspot.com/2018/05/la-tragedia-de-la-barca-grao.html
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