martes, 4 de diciembre de 2018

Y los municipales fueron de puesto en puesto entre la algarabía infernal

«Dolores vio su cabeza cubierta con un pañuelo de seda que le tapaba la ensangrentada oreja; las pescadoras ocuparon sus mesas con cómica gravedad, pregonando el pescado a todo pulmón, y los municipales fueron de puesto en puesto entre la algarabía infernal sin merecer otra respuesta que airadas palabras. 

¿Qué buscaban allí? En otra parte estaba su ocupación. Allí nada había ocurrido. Siempre acudían donde no les llamaban. 

Y tuvieron que salir de la Pescadería con las orejas gachas, perseguidos por el vozarrón cascado de la tía Picores, indignada ante la oficiosidad de tales mequetrefes y por el irónico retintín de las balanzas, que parecían darles una cencerrada».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez




Escena del Mercado, con la Lonja y los Santos Juanes hacia 1906 

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