«La muchedumbre permanecía embobada. El aparato religioso, las imágenes
de plata, los cleros entonando sus himnos a voces solas, las
interminables cofradías, no la habían impresionado tanto como este
continuo desfile de grandezas humanas; y sus ojos se iban deslumbrados
tras las fajas de los generales, las placas que centelleaban como soles,
los bordados de caprichoso arabesco, las empuñaduras cinceladas y
brillantes y las bandas de moaré que cruzaban los pechos como un arroyo
ondeante de colorines.
Arriba, en los balcones, la curiosidad señalaba con el dedo a los
personajes conocidos que se mostraban a la luz de los cirios, y las
cabezas erguidas de algunos invitados cruzaban saludos con las señoras,
sin perder por esto el gesto de gravedad propio de las circunstancias».
Arroz y tartana
Vicente Blasco Ibáñez
Viendo la Procesión del Corpus
Calle de Caballeros
Todocolección
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