«Y Roseta, que había callado, haciendo un mohín de disgusto a cada título, soltó el suyo. Debía llamarse Flor de Mayo. Aquella misma noche lo pensaba ella en la barcaza de la playa, mirando una estampa de las que adornaban las libras de tabaco «Flor de Mayo» que venían de Gibraltar. La seducía el título tan bonito, formando una aureola de colores sobre la marca, que era una señorita vestida como una bailarina, con rosas como tomates sobre la faldilla blanca, y en la mano un manojo de flores que parecían rábanos.
El Retor se entusiasmaba. Sí; ¡recristo! aquello estaba puesto en razón. La barca se llamaría Flor de Mayo, como el tabaco que fabrican en Gibraltar. Era de justicia; la barca se hacía principalmente con el dinero del alijo, y éste se componía en su mayor parte de aquellos paquetes con la alegre señorita. Tenía razón su hermana; Flor de Mayo, nada más que Flor de Mayo».
Flor de mayo
Vicente Blasco Ibáñez
No hay comentarios:
Publicar un comentario