«A principios de Agosto llegó por fin el día en que la barca del Retor pudo darse por terminada. ¡Vaya una joya! Su patrón hablaba de ella como un abuelo que pondera el desarrollo de su nieto. Madera de lo mejor que se había encontrado; el mástil recto, terso, sin una mala grieta; el casco panzudito para que resistiera bien las marejadas, pero con una proa tan fina, que era talmente una navaja de afeitar; pintado de negro charolado y brillante como un zapato de señor, y el vientre blanco, deslumbrante, ni más ni menos que una anguila: lo que era».
Flor de mayo
Vicente Blasco Ibáñez
Astillero. Playa de Valencia. 1904
Joaquín Sorolla y Bastida
Óleo. 53,50 x 71,50
Museo Sorolla
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