«Vaciaban sobre las mesas enormes sacos que palpitaban como seres vivientes, arrojando por sus bocas la rebullente masa de las anguilas contrayendo sus viscosos y negros anillos, enroscándose por la blancuzca tripa e irguiendo su puntiaguda cabeza de culebra. Junto a ellas caían inanimados y blanduchos los pescados de agua dulce: las tencas de insufrible hedor, con extraños reflejos metálicos, semejantes á los de esas frutas tropicales de obscuro brillo que encierran el veneno en sus entrañas.
Entre estas míseras mujeres existían también categorías, y algunas más infelices sentábanse en el suelo húmedo y resbaladizo, entre las filas de mesas, ofreciendo largos juncos, en los que estaban ensartadas las ranas, patiabiertas y con los brazos levantados como bailarinas desnudas».
Flor de mayo
Vicente Blasco Ibáñez
Pescando en La Albufera
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