«Llegaron cuando ya era de día, y la luz cruda y azulada de una mañana de invierno recortaba vigorosamente todos los objetos sobre el fondo gris del espacio.
Oíase, cada vez más próximo, un indolente cascabeleo, y una tras otra fueron entrando en el puente del Mar cuatro tartanas, arrastradas por horribles jamelgos, que parecían sostenerse por los tirones de riendas de los tartaneros, encogidos en sus asientos y con el tapabocas arrollado hasta los ojos.
Eran negros ataúdes, que saltaban sobre los baches como barcos viejos y despanzurrados á merced de las olas. El toldo con cuero agrietado y tremendos rasguños, por donde asomaba el armazón de cañas; pegotes de pasta roja cubriendo las goteras; el herraje roto y chirriante, atado con hilos; las ruedas, guardando en sus capas de suciedad el barro del invierno anterior, y todo el carruaje, de arriba abajo, hecho una criba, como si acabase de sufrir las descargas de una emboscada».
Flor de mayo
Vicente Blasco Ibáñez
Puente del Mar
Todocolección
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