viernes, 10 de mayo de 2019

Con la endemoniada hija del tartanero

«Como guapa, no podía compararse con la endemoniada hija del tartanero; pero la siñá Tona se hacía lenguas de su bondad (la condición de los seres insignificantes) y se callaba lo más importante, o sea que Rosario, la muchacha en quien había puesto los ojos, era huérfana; sus padres habían tenido en el Cabañal una tiendecita, de la que se surtía la tabernera, y ahora, después de su muerte, le quedaba a la hija casi una fortuna; lo menos tres o cuatro mil duros».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Tartana circulando por el Paseo de la Alameda

Todocolección

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