«Pero del muchacho no podía esperarse cosa buena. Ni la misma Dolores, con tener sobre él tan absoluto poderío, lograba domarlo cuando le soplaba la racha de las locuras, y a lo mejor desaparecía semanas enteras, sabiéndose después, por referencias, que había estado en Valencia durmiendo de día en alguna casa del barrio de Pescadores, emborrachándose de noche, aporreando a sus embrutecidas compañeras de hospedaje y gastándose en orgías de pirata hambriento lo que ganaba en alguna timba de calderilla».
Flor de mayo
Vicente Blasco Ibáñez
El Barrio de pescadores a la izquierda
Subida por Pilar Martínez Olmos a VAHG
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