«Y tan razonable como en sus cartas se mostró el marinero cuando, con la licencia en el bolsillo y el saco del equipaje a cuestas, se presentó en el Cabañal, asombrando a todos con su gallardo porte y el rumbo con que gastaba el puñado de pesetas que le habían entregado como alcances del servicio».
Flor de mayo
Vicente Blasco Ibáñez
Mundo Gráfico. 18 de septiembre de 1912
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