viernes, 17 de noviembre de 2017

Las novelas regionales. 06

«Sirve de escenario a la obra la playa del Cabañal; todos los personajes son pescadores, gente brava y noble, que tiene torpe la palabra y el ademán pronto y vehemente.

Hay en esta novela tipos gallardamente dibujados, como el de la tía Picores, una especie de leona de la Pescadería, procaz y deslenguada, capaz de reñir a puñetazos con un hombre; el del tío Paella, padre de Dolores; el del «siñor Martínes», carabinero andaluz, perezoso y sentimental, que pasa como un soplo de poesía por la taberna de Tona; y el de su hija Roseta, aquella virgen rubia, con largos ojos azules y contemplativos, «que lo sabía todo». Y también merecen recordarse dos o tres escenas de primer orden: tales como la del naufragio, la de la bendición de la barca, y la de aquella tarde en que Pascual y Tonet deciden ir a Argel por un cargamento de tabaco. En esta última descripción, especialmente, Blasco Ibáñez se excede y mejora a sí mismo; la blancura de la playa arenosa reverberante bajo el sol; la quietud de las barcas tendidas a lo largo de la costa con un abandono casi inteligente, cual si tuviesen conciencia de que descansan; la serenidad verde del mar emperezado por el calor de la siesta; el silencio, el enorme silencio, que llena el espacio azul; y, a ratos, en la lejanía luminosa del horizonte, una vela blanca, como una pechuga de gaviota... componen un lienzo pasmoso que Joaquín Sorolla hubiese firmado».

Mis contemporáneos

Eduardo Zamacois


Playa de Valencia. 1908

Joaquín Sorolla

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