miércoles, 9 de enero de 2019

No la quedaba en el mundo otra fortuna que la barca rota

«Pero no era mujer para amilanarse ante el desvío general. ¡Ea! ya había llorado bastante. Llegaba el momento de ganarse la vida como una buena madre que tiene magníficos puños y dos bocas que la piden pan. 

No la quedaba en el mundo otra fortuna que la barca rota donde murió su marido, y que puesta en seco se pudría sobre la arena, unas veces inundada su cala por las lluvias y otras resquebrajándose su madera con los ardores del sol, anidando en sus grietas voraces enjambres de mosquitos. 

Tona tenía un plan. Donde estaba la barca podía plantear su industria. La tumba del padre serviría de sustento para ella y los hijos.

Un primo hermano del difunto Pascual, el tío Mariano, solterón que iba para rico y parecía tener algún cariño a los dos sobrinos, fue, a pesar de su avaricia, el que ayudó a la viuda en los primeros gastos».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez




Barca-vivienda

Estampa. 6 de junio de 1931

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