«Las comadres del Cabañal estaban asombradas. Tona era el mismo demonio. ¡Miren qué bien sabía ganarse la vida! Toneles y botellas se vaciaban que era una bendición de Dios; los pescadores sorbían allí sus copas sin necesidad de atravesar toda la playa para ir a las tabernas del Cabañal, y bajo el tinglado, en las cojas mesillas, echaban sus partidas de truque y flor , esperando la hora de hacerse a la mar y amenizando el juego con sendos tragos de caña que Tona recibía directamente de la misma Cuba, según su formal juramento.
La barca en seco navegaba viento en popa. Cuando saltando de ola en ola arrastraba las redes, jamás había producido tanto al tío Pascual como ahora, que vieja y con el costillaje quebrantado, la explotaba la viuda».
Flor de mayo
Vicente Blasco Ibáñez
El Pollastre. Calle Escalante
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