«Pascualet fue una verdadera madre para su hermano. Mientras la siñá Tona atendía á la taberna en los primeros tiempos, que fueron los más penosos, el bondadoso muchacho cargaba con el hermanito como niñera cuidadosa, y jugaba con los pilletes de la playa, sin abandonar nunca al arrapiezo rabioso y pataleante que le martirizaba la espalda y le pelaba el cogote con sus pellizcos.
Por la noche, en el camarote estrecho de la barca-taberna, para Tonet era el mejor sitio, y su cachazudo hermano se apelotonaba en un rincón para dejar espacio á aquel diablejo que, á pesar de su debilidad, le trataba como un déspota».
Flor de mayo
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