lunes, 7 de enero de 2019

La necesidad de tender la mano en las calles para conseguir el ochavo

«Las comadres del Cabañal prorrumpían en lamentos al ver cómo dejaba el mar a los hombres que tenían el valor de explotarlo, y con sus alaridos de plañidera acompañaron al cementerio la caja que contenía el cadáver roído y aplastado. 

Durante una semana se habló mucho del tío Pascualo; después la gente sólo se acordó de él al ver a su viuda, siempre suspirando, con un arrapiezo de la mano y otro al pecho. 

Algo más que la pérdida del marido lloraba la pobre Tona. Veía acercarse la miseria; pero no una miseria tolerable, sino la que espanta a la misma pobreza acostumbrada a privaciones; la carencia de hogar, la necesidad de tender la mano en las calles para conseguir el ochavo o el mohoso mendrugo. 

Cuando aun estaba reciente su desgracia encontró protección; y las limosnas, las suscripciones entre el vecindario, pudieron sostenerla durante tres o cuatro meses; pero la gente es olvidadiza. Tona ya no fue la viuda del náufrago, sino una pobre más que importunaba a todos con lamentaciones pedigüeñas, y al fin vio cerrarse muchas puertas y volverse con desvío caras amigas que siempre habían tenido para ella cariñosas sonrisas».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez




Pidiendo limosna en la Puerta de los Hierros de la Catedral de Valencia. Años 20

https://liturgia.mforos.com/1699001/10747591-donde-hay-caridad-y-amor/

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