sábado, 31 de agosto de 2024

Que esparcía el olor del cáñamo recién hilado

«El tartanero acabó de sacar del vehículo los gruesos paquetes de hilo, y, ayudado por Tonet, fué arrojándolos en la proa de la barca, donde formaron un montón amarillento, que esparcía el olor del cáñamo recién hilado.

Neleta pagó al tartanero. ¡Salud y buen viaje! Y el hombre, chasqueando el látigo, hizo emprender a su caballo el camino de Catarroja».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Cordeleros. Valencia. 1893

Joaquín Sorolla y Bastida

Óleo. 51 x 70

Colección privada

jueves, 29 de agosto de 2024

Y ambos palidecieron, temblaron, como en presencia de un peligro mil veces deseado

«Los dos, al mirarse, tuvieron el mismo pensamiento. Iban a hacer el viaje solos; por primera vez podrían hablarse, lejos de toda mirada, en la profunda soledad del lago. Y ambos palidecieron, temblaron, como en presencia de un peligro mil veces deseado, pero que se presentaba de golpe, inopinadamente. Tal era su emoción, que no apresuraban la marcha, como si los dominara un extraño rubor y temiesen los comentarios de la gente del puerto, que apenas se fijaba en ellos».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Fotograma de la serie de TVE "Cañas y barro"

martes, 27 de agosto de 2024

El viejo quería volver a casa por el Saler

«Se detuvo el carruaje frente a la tabernilla del puerto, y bajó Neleta. El Cubano no ocultó su asombro. ¿Y el abuelo…? La había dejado emprender sola el viaje de regreso con todo el cargamento de hilo, que llenaba la tartana. El viejo quería volver a casa por el Saler para hablar con cierta viuda que vendía a buen precio varios palangres. Ya llegaría al Palmar por la noche en cualquier barca de las que sacaban barro de los canales».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Puerto de El Saler. Años 50

Fang Xu

domingo, 25 de agosto de 2024

Y por detrás de la choza del peso de los pescadores avanzaba el toldo agrietado de una tartana

«Tonet ya no le oía. Un fuerte cascabeleo sonaba en el camino de Catarroja, y por detrás de la choza del peso de los pescadores avanzaba el toldo agrietado de una tartana. Eran los suyos que llegaban. Con su vista de hijo del lago, Sangonera reconoció a larga distancia a Neleta en la ventanilla del vehículo. Después de su expulsión de la taberna, nada quería con la mujer de Cañamèl. Se despidió de Tonet Y fue a tenderse de nuevo en el pajar, entreteniéndose con sus sueños mientras llegaba la noche».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



La Tartana. 1870

Colección Díaz Prósper

Las fotografías valencianas de J. Laurent

Subida por Carlos Tárrega Momblanch a VAHG

viernes, 23 de agosto de 2024

Él no encontraba mejor placer que contemplar la hermosura de la Albufera

«Cada uno tiene sus diversiones. Él no encontraba mejor placer que contemplar la hermosura de la Albufera. Otros adoraban el dinero, y él lloraba algunas veces admirando una puesta de sol, sus fuegos descompuestos por la humedad del aire, aquella hora del crepúsculo, que era en el lago más misteriosa y bella que tierra adentro. La hermosura del paisaje se le metía en el alma, y si la contemplaba al través de varios vasos de vino suspiraba de ternura como un chiquillo».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Pescando en La Albufera

Francesc Jarque

miércoles, 21 de agosto de 2024

Él sabía más de lo que se figuraban en el Palmar

«Tonet era un ignorante, como todos los del Palmar. Lo declaraba él con la valentía de la embriaguez, sin miedo a que su amigo, que tenía vivo el genio, le arrojase de un empellón en el canal. ¿No declaraba que todos torcían la espina a regañadientes? ¿Y qué demostraba esto sino que el trabajo es algo contrario a la  Naturaleza y a la dignidad del hombre…? Él sabía más de lo que se figuraban en el Palmar; más que muchos de los vicarios a los que sirvió como un esclavo. Por eso había reñido para siempre con ellos. Poseía la verdad y no podía vivir con los ciegos de espíritu».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Una calle de El Palmar

Todocolección

lunes, 19 de agosto de 2024

Vagaba su vista por la superficie del canal, teñida de púrpura con la última luz de la tarde

«Reía Tonet escuchando estas palabras, considerándolas como divagaciones de la embriaguez, y daba con el codo a su harapiento compañero. ¡Si esperaba otra copa por sus tonterías sufriría un desengaño! Lo que le ocurría a él era que odiaba el trabajo. Lo mismo les pasaba a los otros; pero, unos más y otros menos, todos encorvaban el lomo, aunque fuese a regañadientes.

Sangonera vagaba su vista por la superficie del canal, teñida de púrpura con la última luz de la tarde. Su pensamiento parecía volar lejos; hablaba lentamente, con cierto misticismo que contrastaba con su hálito aguardentoso».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



La Albufera

?

sábado, 17 de agosto de 2024

El trabajo era obra del diablo: una desobediencia a Dios

«No, Tonet; él no podía trabajar; él no trabajaría aunque le obligasen. El trabajo era obra del diablo: una desobediencia a Dios, el más grave de los pecados. Sólo las almas corrompidas, los que no podían conformarse con su pobreza, los que vivían roídos por el deseo de atesorar, aunque fuese miseria, pensando a todas horas en el mañana, podían entregarse al trabajo, convirtiéndose de hombres en bestias. Él había reflexionado mucho; sabía más de lo que se imaginaba el Cubano, y no quería perder su alma entregándose al trabajo regular y monótono para tener una casa y una familia y asegurar el pan del día siguiente. Esto equivalía a dudar de la misericordia de Dios, que no abandona nunca a sus criaturas; y él, ante todo, era cristiano».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



En la Albufera

Michael Wolgensinger

Todocolección

jueves, 15 de agosto de 2024

¿Por qué no estaba con su padre enterrando los campos...?

«Tonet, que con su pereza tanto había disgustado a su familia, se atrevió a darle consejos. ¿Por qué no trabajaba…?

Sangonera hizo un gesto de asombro. ¡También él…! ¡También el Cubano se permitía repetir los mismos consejos de los viejos del Palmar! ¿Le gustaba a él mucho el trabajo? ¿Por qué no estaba con su padre enterrando los campos, en vez de pasarse el día en casa de Cañamel al lado de Neleta, repantigado como un señor y bebiendo de lo más fino…?

El Cubano sonreía, no sabiendo qué contestar, y admiraba la lógica del ebrio al repeler sus consejos.

El vagabundo parecía enternecido por la copa que le había pagado Tonet. La calma del puerto, interrumpida a ratos por el martilleo de los calafates y el cloquear de las gallinas, excitaba su locuacidad, impulsándola a las confidencias».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Fotograma de la serie de TVE "Cañas y barro"


martes, 13 de agosto de 2024

A pasar de pueblo en pueblo, siempre en busca de generosos amigos

«El gesto afirmativo de Tonet pudo más que su pereza, y aunque con cierta pena, se decidió a ponerse de pie. Bebieron en la taberna, y después, lentamente, fueron a sentarse en un ribazo del puerto resguardado por tablas negras.

Tonet no había visto a Sangonera en muchos días, y el vagabundo le contó sus penas.

Nada tenía que hacer en el Palmar. Neleta la de Cañamel, una orgullosa que olvidaba su origen, le había despedido de la taberna con el pretexto de que ensuciaba los taburetes y los azulejos del zócalo con el barro de sus ropas. En las otras tabernas todo era miseria: no acudía un bebedor capaz de pagar una copa, y él se veía forzado a salir del Palmar, a correr el lago, como en otros tiempos lo hacía su padre; a pasar de pueblo en pueblo, siempre en busca de generosos amigos».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Fotograma de la serie de TVE "Cañas y barro"

domingo, 11 de agosto de 2024

Pasándole el porrón a cada bocado y riendo sus chuscadas

«Había visto a Tonet desde su escondrijo y lo llamó, sin abandonar por esto su magnífica posición. Su cuerpo se había acomodado perfectamente en la paja, y no era caso de perder el molde… Después explicó por qué estaba allí. Había comido en la taberna con unos carreteros excelentes personas, que le dieron unos mendrugos, pasándole el porrón a cada bocado y riendo sus chuscadas. Pero el tabernero, igual a todos los de su clase, apenas se fueron los parroquianos le había puesto en la puerta, sabiendo que por propia cuenta nada podía pedir. Y allí estaba matando al tiempo, que es el enemigo del hombre… ¿Había amistad entre ellos o no? ¿Era capaz de convidarle a una copa?».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Palique y trago. 1878

José Benlliure Gil

viernes, 9 de agosto de 2024

Algunos carros cargados de arroz se alejaban, chirriando, con dirección a los grandes molinos

«En la puerta de la taberna cosían dos mujeres. Más allá alzábase una choza de paja, donde estaba el peso de la Comunidad de Catarroja. Una mujer con una balanza formada por dos espuertas pesaba las anguilas y tencas que desembarcaban los pescadores, y terminado el peso, arrojaba una anguila en una gran cesta que conservaba a su lado. Era el tributo voluntario de la gente de Catarroja. El producto de esta sisa servía para costear la fiesta de su patrón San Pedro. Algunos carros cargados de arroz se alejaban, chirriando, con dirección a los grandes molinos».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Molino de arroz en Guillem de Castro

Valencia en blanco y negro

Editorial Tívoli

Subida por Alberto Alos ♰ a VAHG

miércoles, 7 de agosto de 2024

Esperando la mano de alquitrán con que las cubrían los calafates

«Tonet fondeó su embarcación frente a la taberna del puerto y echó pie a tierra

Vio enormes montones de paja de arroz, en los que picoteaban las gallinas, dando al amarradero el aspecto de un corral. En la ribera construían barquitos los carpinteros, y el eco de sus martilleos se perdía en la calma de la tarde. Las embarcaciones nuevas, de madera amarilla recién cepillada, estaban sobre bancos, esperando la mano de alquitrán con que las cubrían los calafates».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Calafates. 1894

Joaquín Sorolla y Bastida

Óleo. 50.5 x: 71

Museo de Bellas Artes de Asturias. Oviedo

lunes, 5 de agosto de 2024

Por donde pasaban a la vela las embarcaciones

«A un lado del canal estaban amarradas centenares de barcas: toda la flota de los pescadores de Catarroja, odiados por el tío Paloma. Eran ataúdes negros, de diversos tamaños y madera carcomida. Los barquitos pequeños, llamados zapatos, sacaban fuera del agua sus agudas puntas, y las grandes barcazas, los laúdes, capaces de cargar cien sacos de arroz, hundían en la vegetación acuática sus anchos vientres, formando sobre el horizonte un bosque de mástiles burdos, sin desbastar y de punta roma, adornados con cordajes de esparto.

Entre esta flota y la ribera opuesta sólo quedaba libre un estrecho espacio, por donde pasaban a la vela las embarcaciones, distribuyendo con su proa golpes estremecedores y violentos encontronazos a las barcas amarradas».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



La Albufera

Cortesía de José Navarro Escrich

sábado, 3 de agosto de 2024

Los grandes laúdes venían de las eras cargados de arroz

«A la mañana siguiente, el barquero y la tabernera emprendieron el viaje. Tonet iría a esperarles en el puerto de Catarroja a la caída de la tarde, para cargar en su barca la provisión de hilo.

Aún estaba muy alto el sol cuando el Cubano entró a toda vela por el canal que penetraba en tierra firme con dirección a dicho pueblo. Los grandes laúdes venían de las eras cargados de arroz, y al pasar por el canal, el agua que desplazaban con sus panzas formaba tras la popa un oleaje amarillo, que invadía los ribazos y alteraba la tranquilidad cristalina de las acequias afluentes».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Recolección del arroz

Todocolección

jueves, 1 de agosto de 2024

Sumiéndose en la húmeda bruma desde el lecho caliente, atravesar el lago

«Cañamel comenzó a sentirse aterrado por el viaje del día siguiente. Había que levantarse al amanecer, sumiéndose en la húmeda bruma desde el lecho caliente, atravesar el lago, ir por tierra a Valencia, dirigirse después al Cabañal y luego desandar todo el camino. Su corpachón, blanducho por la inmovilidad, se estremecía ante el viaje. Aquel hombre, que había pasado gran parte de su vida rodando por el mundo, tenía echadas tan profundas raíces en el barro del Palmar, que se angustiaba pensando en un día de agitación.

El deseo de quietud le hizo modificar su propósito. Se quedaría al cuidado del establecimiento y Neleta acompañaría al tío Paloma. Nadie como las mujeres para regatear y comprar bien las cosas».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



La Albufera

Todocolección