«Reía Tonet escuchando estas palabras, considerándolas como divagaciones de la embriaguez, y daba con el codo a su harapiento compañero. ¡Si esperaba otra copa por sus tonterías sufriría un desengaño! Lo que le ocurría a él era que odiaba el trabajo. Lo mismo les pasaba a los otros; pero, unos más y otros menos, todos encorvaban el lomo, aunque fuese a regañadientes.
Sangonera vagaba su vista por la superficie del canal, teñida de púrpura con la última luz de la tarde. Su pensamiento parecía volar lejos; hablaba lentamente, con cierto misticismo que contrastaba con su hálito aguardentoso».
Cañas y barro
Vicente Blasco Ibáñez
La Albufera
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