«Había visto a Tonet desde su escondrijo y lo llamó, sin abandonar por esto su magnífica posición. Su cuerpo se había acomodado perfectamente en la paja, y no era caso de perder el molde… Después explicó por qué estaba allí. Había comido en la taberna con unos carreteros excelentes personas, que le dieron unos mendrugos, pasándole el porrón a cada bocado y riendo sus chuscadas. Pero el tabernero, igual a todos los de su clase, apenas se fueron los parroquianos le había puesto en la puerta, sabiendo que por propia cuenta nada podía pedir. Y allí estaba matando al tiempo, que es el enemigo del hombre… ¿Había amistad entre ellos o no? ¿Era capaz de convidarle a una copa?».
Cañas y barro
Vicente Blasco Ibáñez
Palique y trago. 1878
José Benlliure Gil
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