sábado, 17 de agosto de 2024

El trabajo era obra del diablo: una desobediencia a Dios

«No, Tonet; él no podía trabajar; él no trabajaría aunque le obligasen. El trabajo era obra del diablo: una desobediencia a Dios, el más grave de los pecados. Sólo las almas corrompidas, los que no podían conformarse con su pobreza, los que vivían roídos por el deseo de atesorar, aunque fuese miseria, pensando a todas horas en el mañana, podían entregarse al trabajo, convirtiéndose de hombres en bestias. Él había reflexionado mucho; sabía más de lo que se imaginaba el Cubano, y no quería perder su alma entregándose al trabajo regular y monótono para tener una casa y una familia y asegurar el pan del día siguiente. Esto equivalía a dudar de la misericordia de Dios, que no abandona nunca a sus criaturas; y él, ante todo, era cristiano».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



En la Albufera

Michael Wolgensinger

Todocolección

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