viernes, 26 de enero de 2018

En los últimos peñascos de la escollera, tendía la vista sobre la inmensa llanura

«De pie en los últimos peñascos de la escollera, tendía la vista sobre la inmensa llanura, describiendo a su sobrino los misterios ocultos en el horizonte. A su izquierda —más allá de los montes azules de Oropesa que limitaban el golfo valenciano— veía imaginativamente la opulenta Barcelona, donde tenía numerosos amigos; Marsella, prolongación de Oriente clavada en Europa; Génova, con sus palacios escalonados en colinas cubiertas de jardines. Luego su vista se perdía en el horizonte abierto frente a él. Este camino era el de la dichosa juventud. 

Marchando en línea recta encontraba a Nápoles, con su montaña de humo, sus músicas y sus bailarinas morenas de pendientes de aro. Más allá, las islas de Grecia; en el fondo de una calle acuática, Constantinopla; y a continuación, bordeando la gran plaza líquida del mar Negro, una serie de puertos donde los argonautas olvidaban sus orígenes, sumidos en un hervidero de razas, acariciados por el felinismo de las eslavas, la voluptuosidad de las orientales y la avidez de las hebreas. 

A su derecha estaba África. Veía los puertos egipcios, con su corrupción tradicional que empieza a removerse y croar como un pantano fétido apenas desciende el sol; Alejandría, en cuyos cafetuchos bailan las falsas almeas sin más ropas que un pañuelo en la mano, y cada mujer es de una nación diferente, y suenan a coro todos los idiomas de la tierra…»

Mare Nostrum

Vicente Blasco Ibáñez


Puerto de Valencia

?

No hay comentarios:

Publicar un comentario