«En las puertas de las barracas saludábanse los que iban hacia la ciudad y los que se quedaban a trabajar los campos.
—Bon día mos done Deu! (¡Buen día nos dé Dios!)
—Bon día!
Y tras este saludo, cambiado con toda la gravedad propia de una gente que lleva en sus venas sangre moruna y sólo puede hablar de Dios con gesto solemne ,se hacía el silencio si el que pasaba era un desconocido, y si era íntimo se le encargaba la compra en Valencia de pequeños objetos para la mujer o para la casa.
Ya era de día completamente».
La barraca
Vicente Blasco Ibáñez
Puesto exterior del Mercado Central
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