«Su cuerpo carecía de grasa. Bajo la morena piel sólo se marcaban rígidos tendones y salientes músculos; un tejido hercúleo del que había sido eliminado todo elemento incapaz de desarrollar fuerza. Labarta le encontraba una gran semejanza con las divinidades marinas. Era Neptuno antes de que le blanquease la cabeza; Poseidón tal como le habían visto los primeros poetas de Grecia, con el cabello negro y rizoso, las facciones curtidas por el aire salino, la barba anillada, con dos rematas en espiral que parecían formados por el goteo del agua del mar. La nariz algo aplastada por un golpe recibido en su juventud, y los ojos pequeños, oblicuos y tenaces, daban a su rostro una expresión de ferocidad asiática. Pero este gesto se esfumaba al sonreír su boca dejando visibles los dientes unidos y deslumbrantes, unos dientes de hombre de mar, habituado a alimentarse con salazón».
Mare Nostrum
Vicente Blasco Ibáñez
Interior de la tienda de salazones de Dionisio Palomar Carpintero. Calle Ercilla
Al fondo, el señor Gavara con sus ayudantes en pleno rendimiento de su profesión
El Mercado de Valencia: Mil años de historia
Juan Luis Corbín Ferrer
Subida por Varlos Tárrega Momblanch a VAHG
El señor Gavara, del fondo, era mi padrino, Vicente Gavara Lozano, primo hermano de mi padre, Simón Mariano López Lozano. (Sus madres respectivas, Concha y Rosa, eran hermanas)
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