«Seguía con la vista las puntiagudas velas que corrían por la línea verdosa del horizonte como alas de palomas que bebían allá lejos, y después miraba la costa, que se encorvaba formando golfo, con su orla de masas verdes y blancos caseríos: las colinas del Puig, enormes tumefacciones de la playa baja que invadía el mar en sus ratos de cólera; el castillo de Sagunto, enroscando sus ondeados baluartes sobre la larga montaña de un suave color de caramelo, y desde allí, tierra adentro y cerrando el horizonte, la dentellada cordillera, oleaje de rojo granito que, con sus crestas inmóviles, parecía lamer el cielo».
Flor de mayo
Vicente Blasco Ibáñez
La llegada de la pesca. 1889
Joaquín Sorolla y Bastida
Óleo. 88 x 104
Museo de Bellas Artes de Asturias
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