«Este redondeaba el plan. Tenía lo más importante: barca propia, la Garbosa. Y como Tonet lanzase una exclamación de asombro, el Retor entró en detalles. Ya sabía él que la tal barca estaba casi despanzurrada, con los costillares poco unidos y la cubierta combada hacia abajo; una ruina que al saltar sobre las olas, sonaba como una guitarra vieja; pero no le habían engañado: treinta duros dio por ella; compró la leña y nada más; pero aún sobraba para hombres que conocían el mar y eran capaces de atravesarlo en un zapato».
Flor de mayo
Vicente Blasco Ibáñez
La llegada de la pesca. 1889
Joaquín Sorolla y Bastida
Óleo. 88 x 104
Museo de Bellas Artes de Asturias
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