sábado, 10 de agosto de 2019

Sonaban los pesados mazos de los calafates

«Y hablaba con lentitud, mascando la negra tagarnina de contrabando y sumiéndose en el majestuoso silencio de la playa. Algunas veces, sobre el lento susurro del agua tranquila, destacábase la voz lejana de una muchacha, como si saliera de bajo de la tierra, entonando una canción de monótona cadencia; sonaba lentamente el ¡oh ... oh, isa! de unos cuantos muchachos que tiraban de un pesado mástil al compás de la soñolienta exclamación; gritaban como pájaros desde las cubiertas de las barcas las mujeres desgreñadas, llamando a comer a los gatos, que estaban en los establos contemplando los bueyes; sonaban los pesados mazos de los calafates con incesante regularidad, y todos los ruidos absorbíanse en la calma majestuosa del ambiente impregnado de luz, que envolvía sonidos y objetos en una vaguedad fantástica».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez




Calafate

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