domingo, 9 de agosto de 2020

Dedicábanse con el mayor entusiasmo a pelar los cadáveres

«Aquello era el matadero. El cortante del pueblo, cuchillo en mano, les abría el gañote a las gallinas; los chicuelos dedicábanse con el mayor entusiasmo a pelar los cadáveres, revoloteaban nubes de plumas, pegándose al suelo, manchado de sangre, y en las vacilantes llamas tostábase la fláccida piel todavía erizada de cañones, pasando después las víctimas a ser colgadas de una rama de higuera, donde la tía Pascuala, vieja criada de la casa, con delicadezas de cirujano experto, abríalas en canal, sacando los higadillos y los ovarios, bocados exquisitos para el almuerzo de todos los ayudantes de cocina».

La cencerrada

Cuentos valencianos

Vicente Blasco Ibáñez


Desplumando aves en el matadero de la calle Pelayo

La Semana Gráfica. 27 de diciembre de 1930

No hay comentarios:

Publicar un comentario