domingo, 23 de agosto de 2020

Las mujeres no se cansaban de admirarla

«¿Y ella? Las mujeres no se cansaban de admirarla. ¡Reina y siñora ! Parecía una de Valencia con la mantilla de blonda, el pañolón de Manila que con el largo fleco barría el polvo, la falda de seda hinchada por innumerables zagalejos, el rosario de nácar al puño, un bloque de oro y diamantes como alfileres de pecho y las orejas estiradas y rojas por el peso de aquellas enormes polcas de perlas que tantas veces había ostentado la otra».

La cencerrada

Cuentos valencianos

Vicente Blasco Ibáñez



Boda valenciana

Bartolomé Mongrell

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