jueves, 27 de agosto de 2020

Esa preocupación de la mujer campesina que considera como una falta de pudor el comer mucho en público

«¡Cuerpo de Dios, y qué bien lo hacía todo aquella gente! Las dentaduras, fortalecidas por la diaria comida de salazón, chocaban alegremente, y los ojos miraban con ternura aquellas paellas como circos, en las cuales los pedazos de pollo eran casi tantos como los granos de arroz, hinchados por el sustancioso caldo. 

Con el pañuelo al pecho a guisa de servilleta, había bigardón que tragaba como un ogro, mientras las mujeres hacían dengues, llevándose a la boca la puntita de la cuchara con dos granos de arroz, mostrando esa preocupación de la mujer campesina que considera como una falta de pudor el comer mucho en público».

La cencerrada

Cuentos valencianos

Vicente Blasco Ibáñez



Comiendo una paella en familia

Colección Francisco Roglá

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