domingo, 25 de febrero de 2018

El aceite era para él tan precioso como el arroz

«El aceite era para él tan precioso como el arroz. En la época de la navegación miserable, cuando el capitán hacía esfuerzos por conseguir nuevos ahorros, Caragol vigilaba especialmente la gran alcuza de su cocina. Sospechaba que los marmitones y los marineros jóvenes se atusaban el pelo para hacer el majo empleando el aceite como pomada. Toda cabeza que se ponía al alcance de su vista turbia la sujetaba entre sus brazos, llevando a ella las narices. El más lejano perfume del licor de oliva despertaba su cólera. «¡ Ah, lladre !…». Y dejaba caer su manaza enorme, blanda y pesada como un guantelete de esgrima. 

Ulises le creía capaz de subir al puente declarando que la navegación no podía continuar por haberse agotado los odres del líquido color de amatista procedente de la sierra de Espadán».

Mare Nostrum

Vicente Blasco Ibáñez


Todocolección

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