«El Carnaval de aquel año fue muy alegre para la familia de doña Manuela.
Las niñas se divirtieron. Rafaelito era socio de todos los círculos distinguidos y decentes donde se baila, mientras arriba, en una habitación con luces verdes, guardada y vigilada como antro de conspiradores, rueda la ruleta con sus vivos colorines o se agrupan los aficionados en torno de las cuatro cartas del monte».
Arroz y tartana
Vicente Blasco Ibáñez
VAHG
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