«-¿Qué hay de la guerra? -le había dicho Argensola antes de preguntarle por el resultado de su viaje-. Tú vienes de fuera y debes de saber mucho.
Luego se había dormido en su antigua cama, guardadora de gratos recuerdos, mientras el secretario paseaba por el estudio hablando de Servia, de Rusia y del káiser. También este muchacho escéptico para todo lo que no estuviese en relación con su egoísmo, parecía contagiado por la preocupación general. Cuando despertó, la carta de ella citándole para las cinco de la tarde contenía igualmente algunas palabras sobre el temido peligro. A través de su estilo de enamorada, parecía transpirar la preocupación de París. Al salir en busca del almuerzo, la portera, con pretexto de darle la bienvenida, le había pedido noticias. Y en el restaurante, en el café, en la calle, siempre la guerra…, la posibilidad de una guerra con Alemania…»
Los cuatro jinetes del Apocalipsis
Vicente Blasco Ibáñez
Soldados franceses entonan "La Marsellesa" antes de partir hacia el frente. París, agosto de 1914
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