viernes, 29 de septiembre de 2017

Alma valenciana. Décima novena parte

«La música es el arte supremo para el valenciano del campo. No hay pueblo sin banda de música. Casi todos tienen dos: una liberal y otra reaccionaria. Antes demostraban su superioridad a trabucazos, y cada serenata en la plaza del pueblo tenía por remate unas cuantas talecas, nombre que dan a las muertes violentas por la semejanza entre el talego que cae y el cuerpo que se desploma. Ahora luchan pacíficamente, estudiando mucho para conseguir un premio en el Certamen Internacional de Valencia. Son bandas con timbales e instrumentos de cuerda, a semejanza de las alemanas y francesas. Encargan el instrumental a Viena y a Munich, y no pasa maestro por Valencia al que no se hagan proposiciones para que se quede de director en algún pueblo. El labriego, mientras trabaja en el campo, solfea de memoria pensando en la academia de la noche.

Los certámenes de la capital les han hecho conocer a Wagner, y en los pueblos hablan de él con igual confianza que si fuese un músico, mayor de guarnición en Valencia. Ensayando meses enteros la Cabalgata de las walkyrias, los vecinos del pueblo acaban por saberla de memoria: las mujeres la canturrean en la boca del horno o lavando en la acequia; los chiquillos la gritan al salir de la escuela, esparciéndose por las sendas.

Nadie sabe qué es lo que canta; pero les gusta, les conmueve, y lo repiten».

Alma valenciana

Vicente Blasco Ibáñez


"Apuntá" a la falla. 1941

Falla Convento Jerusalén

http://valenciablancoynegro.blogspot.com.es/2012/03/1941-apunta-la-falla.html

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