«La mujer valenciana no ha trabajado nunca la tierra. El labrador se deshonraría ante sus convecinos si obligase a la hembra a otro trabajo que la conservación de la barraca blanca y limpia. Mientras en el resto de España vestían las campesinas percales, bayetas o estameñas, la valenciana paseaba entre los rosales de su barraca, en los días de fiesta, con alta peineta de oro, grandes racimos de perlas pendientes de las orejas hasta tocar la pañoleta de blonda de los hombros, falda de brocado con flores y medias de seda. Cada barraca ocultaba en los arcones del estudi un pequeño tesoro: arracadas de perlas de las abuelas, agujas de esmeraldas para el rodete, broches de diamantes para el pañuelo de pecho. Lo que ganaba el hombre cultivando la tierra, era para adornar a la mujer, que muestra sobre él cierta superioridad intelectual y cuyos consejos sigue ciegamente».
Alma valenciana
Vicente Blasco Ibáñez
Blanqueando la barraca. 1931
Foto Cabedo
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