«El valenciano de la campiña tiene también su alma abierta al arte y siente la belleza con mas intensidad que los campesinos de otras regiones.
Influyen en esto la facilidad y la abundancia de su existencia sobre una tierra feraz, sin crudezas de clima. De joven es poeta e improvisa versos acompañado, por la dulzaina, al cantar les albaes ante la ventana de la novia. Tiene un teatro tradicional y grotesco, el Ball de Torrent, que arma su tablado en las plazas de los pueblos o entre dos barracas, como en los tiempos primitivos de la literatura dramática. Conserva la gallardía del árabe, cuando de un salto monta por el anca la jaca en pelo, para correr la joya. Las modernas costumbres han modificado su traje, afeándolo; pero durante tres siglos ha sido el único agricultor del mundo que vestía de seda. Las faldas de nuestras labradoras, bordadas de rosas. y claveles como las casullas, adornan hoy planos. y sillas en los salones elegantes».
Alma valenciana
Vicente Blasco Ibáñez
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