«Seguro de que únicamente en «lo vivido» reside el estremecimiento mago, motivo de toda suprema belleza, de tal suerte que nada que previamente no haya sacudido el temperamento del artista, sea novelista, pintor o músico, puede utilizarse como límpido origen o sólido cimiento de ninguna obra de arte, aplicóse devotamente a pasar por cuanto luego había de servirle de molde a sus libros. Así, para escribir Flor de Mayo, fue a Tánger y volvió en una de esas barcas, llamadas laúdes, que se dedican al contrabando de tabaco».
Mis contemporáneos
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